jueves, 3 de noviembre de 2011

ORACIÓN POR UNA IGLESIA SANTA Y POR LOS DIFUNTOS


- ESQUEMA -

MOTIVACIÓN ORACIÓN

Unimos en la oración de esta tarde las celebraciones tenidas esta semana de la fiesta de Todos los Santos y la Commemoración de Todos los Difuntos. Lo hacemos también desde un sentido de Iglesia con la mirada puesta en el Día de la Iglesia Diocesana a tener en un par de domingos.

Escuchamos la llamada a la santidad que ha significado la fiesta de Todos los Santos y sentimos que ese camino no lo podemos hacer sino con la ayuda de la gracia del Señor. Reflexionamos sobre la llamada que el Señor nos hace y oramos para que el Señor nos acompañe con su gracia. Es el primer momento de nuestra oración.

Exposición del Santísimo y cántico: Iglesia peregrina

Oración por la Iglesia

¡Bienaventurada eeres tú, Iglesia, porque eres pueblo de Dios!

Señor, somos peregrinos,

caminantes sedientos de lo Absoluto.

Vagamos por este mundo

sin tener tierra propia.

Tú, Señor, eres nuestra tierra prometida.

Tú el que al caminar nos haces camino.

Gracias por ser pueblo de Dios,

donde viven pobres y ricos,

buenos y malos,

santos y pecadores,

obispos y laicos.

Haz nuestra Iglesia, Señor,

capaz de transmitir la bienaventuranza

de la reconciliación;

que sea un recinto de paz y de amor,

capaz de transmitir esperanza.

Señor, haznos Iglesia caminante,

no instalada en la comodidad,

abriendo nuevos horizontes.

Haz que en comunión con el Papa,

seamos signos de universalidad,

de valentía y osadía

en los caminos del Espíritu.

Haz, Padre,

un pueblo de hermanos,

una comunidad de amigos

testimoniando el amor de Jesús

en el gozo de ser

portadores de la nueva civilización

de la vida y del amor.

Haznos felices en el pueblo de Dios,

caminantes hacia la plenitud del amor.

Amén.

Proclamación del texto del Apocalipsis

Reflexión:

¿A quienes contemplamos entre esa muchedumbre que nos describe el Apocalipsis? Los que vienen de la gran tribulación, los que han lavado sus mantos en la sangre del Cordero, los que tienen en sus manos las palmas de la victoria, porque ya cantan en el cielo la gloria del Señor.

¿Formaremos parte un día de ese cortejo? Es nuestro deseo y nuestra esperanza. Caminamos por la vida en la gran tribulación que nos dice el texto sagrado, y queremos ser fieles. Ya hemos sido comprados con la Sangre del Cordero, de Cristo que nos ha redimido y por la fuerza del Espíritu somos hijos, hijos de Dios. Así ha sido el amor que el Padre nos ha tenido.

Queremos ser fieles y luchamos por vivir el espíritu de las bienaventuranzas. Queremos ser fieles y queremos vivir en el amor y haciendo el bien. Queremos ser fieles y ansiamos vivir una vida santa apartándonos del pecado.

Nos cuesta, pero confiamos en el Señor. Oramos a Dios para que nunca nos falte su gracia. Vamos a hacerlo ahora. Vamos a mirar nuestra vida ahí en esas cosas que nos cuestan y vamos a pedirle al Señor por ello. Oramos para que en esos momentos de debilidad tengamos la fuerza del Señor. Oramos para que el Señor nos haga crecer en el amor y en las cosas buenas.

Silencio meditativo

Plegaria

Unámonos a la alabanza que tributan a Dios todos los bienaventurados

Respondemos diciendo: Bendito seas, Señor

· Por tu Hijo, hecho hombre por nosotros.

· Por María, glorificada conjuntamente con tu Hijo

· Por todos los que ayudan a los demás a escalar la perfección

· Para que nadie sea obstáculo que impida el avance de todos hacia el cielo

· Por todos los que entregaron sus vidas a favor de los hermanos

· Por los que se esfuerzan en realizar la tarea de la propia santidad

· Por los educadores que enseñan a los alumnos los caminos del bien

· Por los padres que despiertan en sus hijos virtudes religiosas

· Por todos los santos nuestros hermanos que nos esperan con la corona de gloria

Te damos gracias, Señor, por el hombre. Tú has puesto en él tus ojos de Padre; concédenos que siguiendo el ejemplo de los buenos, merezcamos sentarnos junto a Ti en el Reino que nos tienes preparado. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración por los difuntos

El segundo momento de nuestra oración va a ser orar por los difuntos. Escuchamos un texto del Antiguo Testamento que habremos escuchado muchas veces.

Proclamación del texto de los Macabeos

Reflexión y oración

Si oramos por los difuntos es porque tenemos esperanza en al vida eterna y creemos en la resurrección. Son artículos de nuestra fe. Si Judas Macabeo no hubiera creido y esperado en la resurrección no hubiera tenido sentido el ofrecer aquel sacrificio en el templo de Jerusalén. Nosotros lo hacemos tambien desde esa esperanza. Porque ademas contemplamos a Cristo muerto y resucitado. Es nuestra certeza. Nuestra seguridad. Y no ofrecemos ni una oración cualquiera ni un sacrificio cualquiera, porque en nuestra oracion está Jesús, está el sacrificio de Cristo.

Vamos a hacerlo esta tarde. Vamos a recordar a nuestros difuntos, nuestros familiares, nuestros amigos, las personas con las que hemos convivido a lo largo de la vida o en los ultimos años. Vamos a pensar en ellos y hacer como un recorrido de sus nombres delante del Señor.

Silencio orante

Plegaria

Oremos al Señor Jesús, que transformará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo y digámosle:

· Tú, Señor, eres nuestra vida y nuestra resurrección

· Oh Cristo, Hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos a tu amigo Lázaro, lleva a una resurrección de vida a los difuntos que rescastaste con tu sangre preciosa

· Oh Cristo, consolador de los afligidos, que, ante el dolor de los que lloraban la muerte de Lázaro, del joven de Naín y de la hija de Jairo, acudiste compasivo a enjugar sus lágrimas, consuela tambien ahora a los que lloran la muerte de los seres queridos.

· Oh Cristo Salvador, destruye en nuestro cuerpo mortal el dominio del pecado por el que merecimos la muerte, para que obtengamos en ti la vida eterna.

· Oh Cristo Redentor, mira benignamente a los que, por no conocerte, viven sin esperanza, para que crean también ellos en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro.

· Tú que, al dar la vista al ciego de nacimieto, hiciste que pudiera mirarte, descubre tu rostro a los difuntos que todavía carecen de tu resplandor.

· Tú, Señor, que permites que nuestra morada corpórea sea destruída, concédenos una morada eterna en los cielos.

Canto eucarístico y Bendición con el Santísimo